Uso incorrecto de EPP: errores frecuentes que ponen en riesgo la vida

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Seguridad.

El uso de Equipos de Protección Personal (EPP) es una de las barreras más importantes entre un trabajador y los riesgos laborales. Sin embargo, llevar puesto un EPP no garantiza seguridad si este se utiliza de forma incorrecta. Cada año, múltiples accidentes en el trabajo no ocurren por la falta de equipos, sino por su mal uso, mantenimiento inadecuado o selección errónea.

El EPP está diseñado para proteger al trabajador de riesgos específicos: caídas, impactos, exposición a sustancias tóxicas, ruido, calor, entre otros. Sin embargo, cuando no se usa conforme a los estándares técnicos o de manera continua, su eficacia se reduce drásticamente. Incluso en entornos con políticas de seguridad, se repiten errores humanos o culturales que comprometen la protección del trabajador.

Entre los errores más frecuentes se encuentran:

  • Usar EPP de talla incorrecta: ya sea demasiado grande o pequeño, un EPP mal ajustado pierde su función protectora y puede causar molestias que llevan al trabajador a quitárselo.

  • No realizar mantenimiento o limpieza: elementos como mascarillas, guantes, cascos o lentes requieren revisión periódica. Un EPP sucio, roto o vencido puede ser tan peligroso como no usar nada.

  • Colocar mal los equipos: un arnés sin los puntos de anclaje bien fijados o una mascarilla mal colocada no protegerán frente a una caída o a un ambiente contaminado.

  • Quitar el EPP durante la tarea: por incomodidad o calor, muchos trabajadores retiran su protección en plena faena, exponiéndose justo cuando más lo necesitan.

  • Usar EPP para una tarea distinta a la recomendada: por ejemplo, guantes de látex frente a objetos punzocortantes o gafas no selladas en entornos con vapores químicos.

  • No verificar el estado del EPP antes del uso: pequeños defectos o desgaste pueden pasar desapercibidos y fallar en el momento crítico.

  • Ausencia de capacitación adecuada: muchos trabajadores reciben los equipos sin una instrucción clara sobre cómo usarlos correctamente, lo que genera errores repetitivos.

  • Subestimar los riesgos “habituales”: la rutina genera falsa confianza. Por ejemplo, no usar casco en una zona “tranquila” de una obra, ignorando que los accidentes suelen ocurrir en contextos previsibles.

  • Falta de supervisión y ejemplo del liderazgo: si los superiores no usan el EPP correctamente o no hacen cumplir su uso, se normaliza el incumplimiento.

  • No reportar daños o pérdidas de EPP: algunos trabajadores, por temor a sanciones o falta de conciencia, continúan usando EPP deteriorado sin reportarlo.

Corregir estos errores no es solo responsabilidad del trabajador. La empresa debe garantizar una cultura preventiva sólida, donde el EPP sea entendido no como una carga, sino como una herramienta vital. Esto implica capacitaciones periódicas, inspecciones regulares, reposición oportuna y liderazgo ejemplar.

El EPP no reemplaza los controles de ingeniería ni la eliminación de riesgos, pero cuando es el último recurso disponible, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Usarlo correctamente no debería ser negociable, sino un reflejo del respeto por la propia vida y la de los demás.

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